Rodaje, "Zaña. Recuperando el pasado, forjando el futuro"

El pueblo de Zaña se ubica en la región Lambayeque, provincia de Chiclayo. Este pueblo fue fundado por los españoles con el nombre de Villa Santiago de Miraflores de Zaña, por su estratégica ubicación, que servía de entrada hacia la sierra norte, vía Cajamarca, y además era un lugar intermedio entre dos valles significativos, que son el Jequetepeque y Lambayeque; dos caminos importantes cruzaban la zona, los que unían costa y sierra; además de su importancia geográfica como nexo y ubicación, el valle presentaba una riqueza natural atractiva por la fertilidad de la tierra.
A principios de marzo del año 1720 fuertes lluvias, truenos y rayos aterrorizaban a los habitantes, quienes presas del pánico huyeron a lugares más altos en busca de refugio, ya que el río amenazaba salirse de su cauce, hasta que el 15 de marzo del mismo año el agua empezó a entrar en la ciudad, aproximadamente a las 5 de la mañana; a las seis ya corría en abundancia y a gran velocidad por la plaza pública y todas las calles, atravesando y derribando todas las viviendas que se encontraban a su paso, quedando en pie la iglesia parroquial y algunos conventos. Años después se reconstruiría mas alejada del cauce del rió.
Zaña se encontraba poblado por indígenas de fisionomía Moche, pero al llegar los españoles se inicia la llegada de contingentes sometidos; los que eran esclavos negros africanos para el trabajo agrícola y de servicio. También aportaron a los rasgos actuales los hacendados de la región, quienes desde la segunda mitad del siglo IX trasladaron en forma masiva trabajadores asiáticos para las labores en las haciendas. Surgió así después de muchas generaciones y fusiones un poblador con características asiáticas, negras y moches, los que en la actualidad son los habitantes de la zona.

Día 1 
Sábado 29 de Mayo
Quedamos en Chiclayo con el sociólogo y escritor peruano Luis Roca y con Sonia Arteaga, directora del Primer museo afroperuano del Perú. Con ellos nos fuimos a Zaña una ciudad ubicada a 50 km de Chiclayo. Al llegar nos llevaron a conocer el Museo, creado en el año 2005 gracias al empeño de Luis.
Al entrar en el museo uno retrocede en el tiempo hasta la época colonial, cuando traían a personas africanas hasta el Perú para que trabajaran en las haciendas como esclavos. A través de fotos, cuadros, instrumentos musicales, máscaras, muñecos, etc los guías del museo, que son jóvenes de Zaña comprometidos con su ciudad y con su cultura, nos cuentan las historia de los africanos que llegaron a América.

Mas tarde y después de un suculento almuerzo a base de cabrito, frijoles y arroz (comida típica de la zona) fuimos a grabar las ruinas del monasterio de san Agustín, los restos de las iglesias destruidas por las inundaciones del siglo XVIII, el río Zaña y su pintoresco puente colgante. También pudimos grabar a estos jóvenes zañeros recitando décimas, unas poesías traídas por los españoles y que la población negra adaptó a sus forma de sentir y de vivir.

Así terminó la primera jornada de rodaje, un maravilloso día donde conocimos la cultura africana del Perú, la comida típica del lugar, los preciosos paisajes y sobre todo a las buenas gentes de Zaña.









Día 2
10 de junio de 2010. Reconstrucción del Tambor de Botija.

En una reunión que tuvimos con la Directora del Museo Afroperuano de Zaña, Sonia Arteaga, nos comentó que el museo iba a reconstruir un instrumento musical que se había extinguido a principios del siglo XX, El Tambor de Botija, y la posibilidad de grabar todo el proceso. La idea nos encantó enseguida…Un par de días después fuimos a Zaña.

Allí nos esperaba Luis Roca, sociólogo y escritor zañero, junto con otros dos chicos del pueblo que habíamos conocido en nuestra anterior visita y que hicieron de guías turísticos: Carlos Urbina y Enmanuel Briones. Ellos llevarían a cabo la reconstrucción mientras Luis con su voz en off iba explicando todo el proceso.

A las 10 de la mañana empezó el rodaje en el patio del museo -un hermoso lugar decorado con carretas antiguas y rodeado de vegetación- sólo estábamos presentes unas pocas personas. Poco a poco fueron llegando diversos jóvenes y cuando terminamos de grabar la reconstrucción enseguida los chicos fueron sacando diversos instrumentos: tumbas, bongos, checos, angaras, quijadas de burro, yembés, carrasca, güiros, cajones, maracas…que fueron colocando con esmero. Estaban deseando tocar y demostrar lo artistas que eran. Nosotros alucinábamos, incluso sacaron un par de guayaquiles que golpeaban sobre unas piedras haciendo música. También nos acompañaron un par de bailarines de festejo y la fiesta estaba asegurada. Los chicos eran incansables, no paraban de tocar y de bailar. El momento más álgido se produjo cuando Carlos se acordó de las máscaras de diablos que tenían en el museo. Enseguida corrió a traerlos y nos demostraron con gran arte que en ellos todavía vivía el espíritu de sus antepasados.







Día 3
Reconstrucción de la Marimba del S. XVIII
28 de Octubre 2010.
A las 7 de la mañana sonó el despertador. Teníamos que darnos prisa para llegar a Zaña. Dos profesores esmeraldeños habían venido desde Ecuador para reconstruir una Marimba del S. XVIII, que tenía una forma muy singular y teníamos que grabarlo.
Luis Rocca y Sonia Arteaga nos habían hablado de sus investigaciones sobre este instrumento, habían encontrado una ilustración de Martínez de Compañón donde se registraba el uso de una marimba por los afroperuanos de esa época y estaban ilusionados con su reconstrucción…llevaban meses organizando la llegada de estos profesores y querían aprovechar su presencia para organizar un taller que enseñe a los jóvenes de Zaña sobre el uso del instrumento.
Llegamos a las 9 de la mañana y desde lejos se podía oír el sonido de los instrumentos provenientes del museo. Los chicos llevaban 5 días de taller y este era su último día…por la noche se realizaría la entrega de certificados en un acto especial donde ellos y la marimba serían los protagonistas.

Nos recibe Luis Rocca – Director de Patrimonio Cultural del Museo Afroperuano- siempre sonriente y emocionado ante la idea de escuchar por fin los sonidos de este instrumento tan especial que doscientos años después deleitaría nuestros oídos.
Luis acompañaba al maestro constructor de marimbas Eriberto Marrett, hijo y nieto de artistas esmeraldeños afroecuatorianos que había aprendido desde edad temprana el arte de construir y reparar instrumentos. Ahora estaba en Zaña, ayudándonos a recuperar parte de nuestro patrimonio cultural.
Mientras tanto, en el patio del Museo se desarrollaba la clase de música, dirigida por el profesor Hugo Quiñones quien a base de palmadas marcaba el ritmo del bombo, marimbas, cununos y carrascas que tocaban sus alumnos…unos chicos jóvenes de diferentes edades pero con una misma pasión: la música. Estaban todos atentos y concentrados a las indicaciones del profesor, sabiendo que en cualquier momento empezaríamos a grabar y querían hacerlo lo mejor posible…se notaba en el ambiente alegría pero también tensión y un poco de miedo a perder el ritmo. Hugo siempre estaba atento y les ayudaba constantemente poniéndose al lado de quien más lo necesitaba para darle unas indicaciones….
Los chicos tocaban ritmos esmeraldeños como el “Andarele Vámonos” y “Caramba”.
Una vez que finalizó la clase se prepararon para mostrarnos lo que habían aprendido, colocando los instrumentos en el “Patio de las Carretas” un escenario que les era familiar ya que allí habíamos grabado la reconstrucción del Tambor de Botija y del Tambor de Tronco Largo. Además ya saben cuál es el procedimiento…esperan oír nuestra voz: “listos…grabando!” para mostrarnos lo artistas que son, porque lo llevan en la sangre y sólo necesitan que alguien les ayude a sacar lo que llevan dentro.
Grabamos dos canciones y cuando finaliza la función se muestran felices ante nuestros aplausos…se relajan y luego se marchan a tomar un refrigerio.

Aprovechamos el momento y entrevistamos a los maestros esmeraldeños, nos cuentan su odisea para llegar a Zaña después de 20 horas de viaje en autobús y lo sorprendidos que están de ver cómo aprenden los niños de rápido. Dicen que han aprendido en pocos días lo que a muchos niños les cuesta hacerlo en un mes de clases. Se sienten como en casa y están felices de pasar a la historia de nuestro país gracias a la reconstrucción de esta Marimba. Nunca habían visto una igual ya que normalmente las Marimbas que conocen están colocadas sobre unos caballetes y no sobre una caja rectangular como la que aparece en la lámina de Martínez de Compañón. También el teclado es muy diferente. Y a diferencia de la gran mayoría de marimbas, en la del siglo XVIII los músicos tenían que tocar arrodillados o en cuclillas, frente a frente. Hugo es mucho más hablador y se nota que está acostumbrado a la oratoria –es profesor de música en la Universidad Católica de Esmeraldas- mientras nos muestra los instrumentos que han traído de Ecuador para enseñarles su uso a los niños de Zaña.
Eriberto es mucho más tímido y callado, pero se le encienden los ojillos de orgullo cuando habla de su abuela Petita Palma Piñeiros, líder de un grupo de música esmeraldeña que lleva su nombre “Petita Palma” y referente cultural de la música esmeraldeña y ecuatoriana.
Después de la entrevista nuestros amigos se marchan a descansar a su hotel y nosotros, junto a Luis y a Carlos Urbina, vamos a casa de Doña “Panchita” a comer un rico menú: sopa de primero y arroz con pepián y carne mechada de segundo. Una delicia.
La sobremesa se alarga entre charleta y charleta. Debemos volver al Museo porque nos esperan los maestros esmeraldeños. Van a terminar de colocar las últimas teclas de la Marimba y proceder a afinar el instrumento antes de hacer la primera prueba de sonido.
En “La casa del Campesino” –un espacio rústico que recrea los usos y costumbres de los zañeros de hace 100 años –encontramos a Eriberto serruchando los últimos resonantes (son los trozos de caña de guayaquil que van debajo de las teclas de la marimba y que ayudan a potenciar su sonido). Mientras tanto, Hugo va afinando la marimba al ritmo de melodías afroecuatorianas. Grabamos el proceso y después de una hora por fin tienen listo el instrumento, luego de cinco duros días de trabajo. Colocan la Marimba frente a una cocina de barro antiquísima (con un perol grande) y llaman a una alumna muy especial para que toque junto a Hugo (frente a frente) las primeras melodías. Llega feliz Rosa Yampufé, integrante del “Taller de Arte Popular Llampallec” que había venido desde Chiclayo para participar del taller en Zaña. Se arrodillan a ambos lados de la Marimba –tal y como aparecen los negritos en la lámina del S. XVIII y empezamos a disfrutar de unos sonidos dulces, melódicos, que nos transportan a otros tiempos. Durante 10 minutos todo se paraliza porque lo importante es esto: somos los primeros en oír después de casi dos siglos los sonidos de este instrumento que estaba extinguido y que hasta ahora nadie se había preocupado por recuperarlo. Cuando finalizan su interpretación, todos aplaudimos…lo tenemos grabado! Para celebrarlo nos hacemos las fotos de familia pertinentes sin parar de comentar la importancia de este momento.

Después de un rato los maestros esmeraldeños se marchan a descansar a su hotel. Luis Rocca y Sonia Arteaga vuelven al trabajo porque todavía tienen muchas cosas que hacer: poner a punto los certificados de los chicos y terminar de organizarlo todo porque a las 8 de la noche estaba prevista la clausura del taller, la presentación al público de la Marimba reconstruida y la actuación de los chicos que tocarían delante de sus padres, amigos y autoridades invitados a este evento especial. Las vecinas colaboraron prestando sillas y bancas al museo para que se sienten los invitados.
Poco a poco fueron llegando al Museo los niños participantes del taller recién bañaditos y bien vestidos y lo primero que hacen es ir en busca de sus instrumentos para terminar de practicar las melodías que tocarían después. Con el sonido de fondo de los instrumentos, nos reunimos en la oficina del Museo con Luis, Sonia, Hugo y Eriberto…Los maestros esmeraldeños están terminando de firmar los certificados de los chicos y Sonia –tan amable como siempre –nos ofrece algo caliente para beber mientras esperamos. Cada cierto tiempo los niños nos van avisando de la presencia de los primeros invitados.
Cuando llegamos a la sala principal del museo ya padres, amigos, autoridades y jóvenes estaban sentados a la espera que empiece el acto. Sonia como Directora del Museo da un pequeño discurso dando la bienvenida a los allí presentes y Luis Rocca hace de Maestro de Ceremonias contando a los presentes lo que había acontecido durante esta semana tan importante. El Director del Instituto Nacional de Cultura, Carlos Mendoza, se suma al evento y dice unas palabras, lo mismo hace Luis Urbina el nuevo alcalde de la ciudad y los artistas esmeraldeños.
El discurso de todos es siempre familiar y cordial para destacar la labor tan importante que llevan a cabo los dirigentes del Museo Afroperuano en Zaña, ya que han aportado un rayo de luz al presente y futuro de los niños y jóvenes zañeros, siendo ahora un referente importantísimo para todos ellos, un punto de encuentro para la cultura y el desarrollo personal.
Se reparten los certificados a los niños que van pasando uno a uno felices de recibirlo mientras son apoyados y alentados con los aplausos de todos los allí presentes. Rosa Yampufé hizo de reportera gráfica fotografiando a cada uno de los chicos con sus diplomas.
Llega el momento de presentar la Marimba reconstruida, Luis muestra el cuadro de Martínez de Compañón del siglo XVIII para explicar al público asistente sobre la importancia de su reconstrucción. El profesor Hugo Quiñones y Rosa vuelven a interpretar la melodía que tocaron por la tarde cuando se estrenó el instrumento, pero esta vez ante un emocionado público. Todo el mundo disfrutaba en silencio haciendo fotografías de forma esporádica para inmortalizar el momento. Cuando finalizaron, el silencio se rompió con los aplausos de todos seguidos de los comentarios, felicitaciones para las personas implicadas en el proyecto, sonrisas y más fotos…y para cerrar con broche de oro, los niños cogieron sus instrumentos y junto a su profesor nos mostraron lo que habían aprendido toda esa semana de taller. Hugo marcaba el ritmo con palmadas y los niños empezaron a desplegar todo su arte haciéndonos mover los pies y dar palmas al compás de la música. Cada uno con su instrumento, muy concentrados pero sonrientes disfrutaban con lo que hacían. La sorpresa de la noche fue cuando “el pelao”, un niño de 5 años, cogió su “Checo” instrumento de percusión de calabazo y se sumó a sus compañeros para tocar junto a ellos los ritmos afros que había aprendido en el Museo Afroperuano.

Reconstrucción y sonidos del Tambor de Tronco Largo en Zaña





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