La gran fábrica de sueños


El cine es mágico por muchas razones; nos aleja de nuestra realidad por unas horas, nos lleva a lugares extraños, lejanos, maravillosos y exóticos….mas allá incluso de donde nuestra imaginación nos hubiera llevado nunca. Nos hace transformarnos en héroes, en aventureros, en espías, en piratas… y todo ello, sin movernos de la butaca.
Pero la relación del cine con la magia es todavía mas estrecha de lo que creemos, ya que los primeros soñadores, los pioneros que visualizaron el potencial de esta nueva ilusión eran “Magos”.
Esta historia entrelazada entre magia y cine se compone de casualidades y de arriesgadas decisiones tomadas por hombres valientes y visionarios.
Uno de estos hombres fue GEORGE MELIES, dueño de un teatro en París a finales del Siglo XIX en el cual representaba espectáculos de magia. Su mayor ilusión siempre fue inventar y mostrar nuevos trucos que sorprendieran a su público.
La casualidad quiso que los hermanos Lumiere (inventores del cinematógrafo) tuvieran su estudio de fotografía en la planta superior de su teatro. Gracias a la amistad que les unía pudo ser una de las pocas personas que vio la primera proyección de una película con imágenes en movimiento. Melies quedo tan asombrado que les propuso que le vendieran su invento, pero los Lumiere se negaron. Él, no se rindió y lo intento una y otra vez pero nunca consiguió convencerlos.
Al poco tiempo Melies averiguó que un ingles llamado Robert William Paul también había creado un aparato parecido al cinematógrafo de los hermanos Lumiere y sin dudarlo decidió comprárselo. Así, su Teatro Houdin se convirtió en la primera sala de cine cuando, durante el espectáculo de magia de esa noche se proyectó una película filmada por él mismo.
Melies no inventó las imágenes en movimiento ,pero si el ARTE DE LA CINEMATOGRAFIA. Al contrario que los hermanos Lumiere, no se contentó con filmar escenas de la vida cotidiana sin hilo conductor alguno. El creo algo nuevo, inédito hasta la fecha: la “ficción narrativa cinematográfica”, desarrollando así todas las técnicas básicas del cine, como los efectos especiales, los fundidos e incluso el color, pues pintaba a mano algunos de los fotogramas de sus películas.
A lo largo de los años perfeccionó su técnica y llegó a construir el primer estudio cinematográfico de la historia, con escenarios y decorados impresionantes para la época.
Después de realizar mas de 400 películas, este genio al que todos debemos tanto, vio como tras la I Guerra Mundial al público le dejo de interesar su espectáculo, por lo que tuvo que cerrar su teatro y poco a poco fue perdiendo todo su dinero.
Atormentado y decepcionado vendió muchas de sus películas y quemó sus decorados en el patio de su casa una fría mañana de invierno mientras la nieve caía sobre París.
Sobre la Estación de Ferrocarril de Montparnasse ,también nevaba un día de invierno de 1925. Hasta allí llegaban trenes de toda Europa soltando un vapor que nublaba la vista ,como una densa niebla que nos envuelve y nos traslada a otra época. Una niebla tras la que podemos ver el Gran Hall de la Estación repleto de viajeros que corren, que se despiden, que lloran, que ríen, que se abrazan. En ese momento, el Reloj de la estación marca las 7 de la mañana. Y dentro de él, escondido y observándolo todo, hay un niño de ojos grandes y azules, un niño llamado HUGO.
Él será quien nos guiara hasta un pequeña tienda situada en un rincón de la gran estación donde, un enigmático anciano arregla todo tipo de juguetes mecánicos.
Así es como comienza la maravillosa película “HUGO”, del director estadounidense Martin Scorsese, una obra hecha con verdadero amor al cine y como homenaje a aquel hombre que descubrió que el cine tenia el poder de capturar los sueños. Porque ese anciano que vemos en su tienda arreglando juguetes, no es otro que el gran George Melies años después de tener que abandonar su amor por el cine y vender su teatro.
Allí, olvidado como un juguete roto ,es donde pasaba sus días el gran mago de las imágenes. Pero la historia no acaba aquí, como en las grandes películas de aventuras ,el final nos traerá sorpresas.
Un día, Leon Druhot (editor de “Cine Journal” periódico especializado en cine), reconociera en esa pequeña tienda de juguetes a George Melies. La noticia corrió por todo París y el Gobierno de la República condecoró al creador de films como “Viaje a la Luna” o “A la conquista del Polo” con la “Legión de Honor”, condecoración que le fue impuesta por su viejo amigo Louis Lumiere. Ese día se proyectaron algunas de sus películas que afortunadamente fueron recuperadas para la ocasión.
Gracias a esta gran casualidad, al destino, a la magia… ahora podemos seguir disfrutando de esas maravillosas películas que nos hacen soñar, por que ,por algo, el cine es, LA GRAN FABRICA DE SUEÑOS.

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